El penúltimo tango de Payero

Noticia de La Voz de Galicia: www.lavozdegalicia.es/noticia/deportes/2020/02/07/penultimo-tango-payero/0003_202002G7P38998.htm?fbclid=IwAR0zYiK0TO89LID71YFBXdkYakeuXFO42ccbHuVkWIChLiHc9Qf9nQkxyX4

Cuando Martín Payero (San Juan, 1977) llegó a A Coruña para fichar por el Liceo, la moneda vigente en España era todavía la peseta. Nokia acaba de lanzar su mítico 5110, que suponía todo un avance en cuanto a tamaño de móvil. Internet era algo que empezaba a sonar en la calle, pero que mucha gente no tenía claro lo que era y mucho menos disponía de acceso ni en el trabajo. Las teles lucían un culo prominente. Y a Hugo Mosquera le faltaban todavía cuatro años para ser un proyecto de embrión.

Dos décadas después, la mayor parte de la población ya piensa en euros. Son raras avis aquellas que no tienen un móvil de última generación, con Internet, lo mismo que las televisiones, también con conexión a la red y pantallas superplanas. Y Hugo Mosquera no solo debutó con 16 años en el Dominicos, sino que el sábado marcó su primer gol en la OK Plata. Una apuesta personal de Carlos Loureiro, hasta el pasado fin de semana entrenador del club de la Ciudad Vieja.

Mientras Hugo rompe el cascarón, Payero aporta experiencia en un Dominicos que trata de mantenerse en la segunda categoría del hockey rodado nacional. Lo hace después de 22 años como profesional. Mil partidos oficiales disputados. Quinientos goles. Tras vestir la camiseta de siete equipos y dos selecciones absolutas. Tras haber disputado las dos mejores Ligas del Mundo. De ser subcampeón del planeta. Martín Payero disfruta en A Coruña de un deporte del que es profesional en Angola. Aprovecha en la capital herculina el penúltimo tango de su carrera deportiva.

 

Lo hace veinte años después de arribar a Galicia y diez de que su vida diera un vuelco cuando conoció de cerca el hockey angoleño. Fue como fruto de un convenio entre el Liceo y la federación de su país, que le permitió conocer un país nuevo, una cultura diferente y le abrió las puertas de una nueva nacionalidad.

Profesional en Angola

«Había un acuerdo por el cual unos jugadores angoleños venían a A Coruña y a mí me mandaron para allí. Fue en el 2009. Desde el 2012 ya soy yo el que tiene la vinculación directa. Juego allí la fase final del campeonato con el Académica y luego quedo libre para poder jugar donde quiera», explica el internacional, que a sus 42 años no se marca una fecha para su retirada.

«La idea era haberme retirado después del Mundial de China del 2017. Sin embargo, nos fueron tan bien las cosas, que decidimos seguir un par de años más. Hasta Barcelona. Y, bueno, allí me encontré bien, así que me comprometí a continuar hasta la cita de San Juan, que se disputará la próxima temporada», recuerda un Payero que, no es que viva una segunda juventud, sino que nunca abandonó la primera.

Los años van pasando y, al cumplir primaveras los objetivos y exigencias cambian. Ha pasado de luchar por títulos de primer nivel con las elásticas del Liceo, del Barcelos y de la selección argentina, a tratar de mantener la categoría en la OK Plata, ganar la Liga angoleña o no sufrir en exceso en el Mundial.

 

Pero la ilusión no la pierde. Y encuentra nuevos alicientes. «Hay que diferenciar entre cuando juego la Liga angoleña o con la selección a cuando lo hago aquí», introduce el argentino. «Allí es mi profesión y así actúo. Aquí me lo tomo como una afición. Como una manera de mantenerme en forma. Y me encanta estar con los chavales, hacer un poco de hermano mayor. Aconsejarlos. Aportar mi experiencia», subraya.

Así lo ha hecho en los últimos años en el Cerceda, el Liceo y ahora el Dominicos. «La experiencia de Cerceda fue inolvidable. Un equipo humilde, con chavales, consiguió ascender a División de Honor y jugar en Europa. Algo irrepetible. En el Liceo tenía otro rol. Más secundario. Y este año pues aposté por el Dominicos porque entendí que era la oferta deportiva más interesante», reflexiona.

En esa decisión tuvieron mucho que ver dos personas: Pablo Togores y Carlos Loureiro. El primero fue compañero suyo en el Cerceda. El segundo, su entrenador hasta que fue sorprendentemente destituido el pasado fin de semana, después de haber ascendido el año pasado con el Dominicos. Ambos le abrieron las puertas del vestuario de un equipo en el que «desde el primer momento fue uno más», comenta Loureiro.

«Es un jugador internacional argentino. Subcampeón del Mundo. Con una trayectoria tremenda. Pero siempre actuó como un jugador más. Ayudando a sus compañeros. El último en abandonar el vestuario. El primero en ponerse a currar. Un ejemplo para los chavales», explica el que fuera su técnico en el club de la Ciudad Vieja.

Más fino que hace diez años

Con el equipo blanquinegro se ejercita tres días a la semana, que compagina con otros dos de gimnasio. Una planificación que le permite no solo mantenerse a un buen nivel físico, sino mejorar el que exhibía hace diez años.

«Estoy más fino ahora. No es que haga una dieta exhaustiva, pero sí que cuido la alimentación. Y procuro trabajar algo de gimnasio y los entrenamientos del equipo. Obviamente, he perdido algunas cosas. Ya no soy un niño, pero he ganado en otras», reflexiona un Payero que ve como sus hijos, Nico (8 años) y Luana (12), han heredado su pasión por los patines: «El niño juega en el Oleiros y la niña hace patinaje», comenta.

Una familia argentina que ha encontrado en A Coruña ese lugar en el que establecer su residencia, mientras Martín, el cabeza de familia, da sus penúltimos pasos del tango de su carrera deportiva recordando que veinte años no es nada... Y que lo mejor está por llegar.

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